Los habitantes de esta colonia, llamados peces de hielo (‘Neopagetopsis ionah’), se distribuyen en una densidad de 0,26 nidos por metro cuadrado y son efectivamente nidos en el sentido propio de la palabra, se trata de construcciones redondas que los peces confeccionan para posarse encima. La mayoría de estos nidos estaban ocupados por un pez adulto que vigilaba cerca de 1.700 huevos.

Los huevos, “cuando estaban presentes, eran claramente visibles encima de este conjunto de material pétreo”, dice el estudio, que califica de “estrategia conocida” este comportamiento, aunque no sea muy típico para otros peces. Además, el equipo midió las temperaturas en torno a los nidos y estimó que era hasta 2 ºC más tibia que las aguas circundantes.

El investigador alemán Autun Purser, el primer autor del citado artículo, calificó este hallazgo de “totalmente fascinante”. Según el científico, cuyas palabras recoge un comunicado, los nidos “tienen 0,75 metros de diámetro, por lo que son mucho más grandes que las estructuras y criaturas que normalmente detectamos, algunas de las cuales miden solo centímetros”.

Al filmar esta práctica de anidación submarina desde un aparato de batimetría remolcado por el rompehielos Polarstern, los científicos pudieron calcular posteriormente que el número total de nidos activos en dicha superficie puede rondar los 60 millones, mientras que la biomasa asociada de peces podría superar las 60.000 toneladas.

Con la ayuda de focas equipadas con transmisores, el equipo multidisciplinario pudo también demostrar que la región es un destino popular para las focas del mar de Weddell. El 90 % de las actividades de buceo de estos mamíferos tuvo lugar dentro del área con nidos, donde presumiblemente van en busca de alimento.

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