El presidente ucraniano, Volódimir Zelenski, ha prescindido a menudo de las formalidades de su cargo en sus relaciones con los medios de comunicación, ofreciendo acceso a periodistas que le ganan jugando al tenis de mesa y celebrando largas conferencias de prensa en tiempos de paz en un patio de comidas.
El martes por la tarde, las extraordinarias circunstancias de su entrevista con Reuters y CNN fueron por necesidad, no por elección.
El mensaje del exactor cómico no tenía nada de lúdico, ni de teatral en el inusual entorno alejado del imponente edificio presidencial Bankova, en el centro de la histórica ciudad de Kiev.
Los reporteros de Reuters fueron conducidos al lugar de la capital en una furgoneta. El edificio parecía ser una oficina administrativa de la era soviética, poco descriptiva, repleta de soldados, en su mayoría jóvenes y fuertemente armados.
Sacos de arena bloqueaban la parte inferior de las ventanas, las persianas estaban bajadas y los potentes focos de los equipos de televisión brillaban en la penumbra. La bandera ucraniana y el estandarte presidencial se acercaron para que aparecieran en el fondo.
Zelenski y su séquito aparecieron por un pasillo y, tras saludar a los periodistas con un apretón de manos y una sonrisa, se situó en el primer escalón de una pequeña escalera de mármol para dar su mensaje.
Sin afeitar y cansado, pero apasionado y gesticulando en todo momento, el mandatario de 44 años instó a la comunidad internacional a hacer más para apoyar a Ucrania.
Llevaba una camiseta de color oliva, pantalones y zapatos de combate, como ha hecho en todas sus apariciones en las redes sociales desde que comenzó la invasión hace siete días.
Era un presidente en guerra, convencido de ser el objetivo número uno de las fuerzas rusas invasoras que avanzan hacia la capital.
Cuando se le preguntó por su régimen diario, respondió: “Trabajo y duermo”.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó la “operación militar especial” el pasado jueves en un intento de desarmar a Ucrania, capturar a los elementos indeseables que, según él, dirigen el país de 44 millones de habitantes y aplastar sus esperanzas de estrechar lazos con Occidente.
Aunque con un tono más bien formal y desafiante, Zelenski se mostró emocionado al hablar de la difícil situación de Ucrania y de su generación más joven, y del hecho de que llevaba dos días sin ver a sus propios hijos.
Cuando se le preguntó cuánto tiempo aguantaría su país, Zelenski respondió: “No resistimos, luchamos, y nuestra nación luchará hasta el final.
Este es nuestro hogar, estamos protegiendo nuestra tierra, nuestros hogares. Por el bien del futuro de nuestros hijos”.