El Departamento de Defensa de EE.UU. anunció el viernes pasado que iniciaría la preparación de una nueva versión de la bomba de gravedad B61-13, un arma varias veces más potente que la que lanzaron sobre Japón al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
El misil nuclear será producido por la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA, por sus siglas en inglés) del Departamento de Energía estadounidense. Además, se informa que podría ser transportado por aviones modernos y capaz de alcanzar tanto objetivos militares más difíciles como de grandes superficies.
De acuerdo con el comunicado, la potencia de la nueva bomba nuclear tendrá un rendimiento equivalente a la B61-7, ya que estará compuesta por unos 360 kilotones, lo que supera en 24 veces a la bomba Little Boy (de 15 kilotones), que lanzaron sobre Hiroshima. Además, sería unas 17 veces mayor que la Fat Man, arrojada sobre Nagasaki (de 21 kilotones).
“Aunque la [producción de la] B61-13 es un paso en la dirección correcta, no es una solución a largo plazo. Debemos seguir desarrollando herramientas en nuestro arsenal nuclear, como el SLCM-N [misil nuclear de crucero lanzado desde el mar], que proporcionen al comandante en jefe la máxima flexibilidad para disuadir a nuestros adversarios -particularmente en los teatros EUCOM [Comando Europeo de EE.UU.] e INDOPACOM [Comando Indo-Pacífico de EE.UU.]”, expresó el congresista Doug Lamborn.
Según Military Watch, se espera que los cazas furtivos F-35, único modelo capaz de desplegar cabezas nucleares, sean las aeronaves con las que más se utilice el nuevo misil. Esos vehículos aéreos se están convirtiendo en el núcleo de la Fuerza Aérea de EE.UU. y sus aliados, por lo que ampliar las posibilidades de realizar ataques nucleares contra objetivos reforzados o en áreas más extensas, tendrá consecuencias geopolíticas significativas, sostienen los expertos de la revista. Asimismo, se indica que un solo escuadrón de F-35 podría lanzar más de una docena en una sola salida.
Hasta la fecha, Washington firmó los acuerdos para el reparto de armamento nuclear conjunto con cinco países (Bélgica, Alemania, Países Bajos, Italia y Turquía), cuatro de los cuales (exceptuando a Bruselas) poseen cazas furtivos modernos. El documento permite ceder el control de las armas a los aliados bajo órdenes de EE.UU. Asimismo, se asevera que tales acuerdos no violan el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), ya que no se aplica en tiempos de guerra.