El sistema electoral vigente en México –“complejo, barroco”— se gestó en una añosa placenta de desconfianza: triquiñuelas con el voto ciudadano —operación tamal, ratón loco, carrusel, urna embarazada—; robo, destrucción de boletas; comicios arreglados (fraudes); conflictos poselectorales con toma de carreteras, plantones, grescas y asesinatos.

Con la creación del Instituto Federal Electoral (IFE), hace 33 años, que en 2014 amplió su responsabilidad por mandato de la reforma político-electoral de ese año y fue convertido en Instituto Nacional Electoral (INE), México ha podido transitar por una estabilidad política y paz social.

La coadyuvancia del Ejército mexicano como parte del entramado electoral ha sido garantía de este hecho. Desde la primera elección organizada por el IFE, el 18 de agosto de 1991, los militares fueron los encargados de trasladar y custodiar boletas, actas, urnas, tinta indeleble, operativo que empezó por primera vez el 13 julio de 1991.

Los mexicanos podemos vivir elecciones en paz, transferir el poder público en paz y sin duda dejar una huella de estabilidad política al conjunto de estados que conforman la República”, sostuvo Carlos Flores Vargas, miembro de la Junta de Gobierno del Instituto de Estudios para la Transición Democrática (IETD).

Y afirmó que, “una cosa centralísima de la vida democrática de México tiene que ver con que gracias a que contamos con una autoridad electoral sólida, confiable, autónoma, independiente, hemos podido vivir los últimos 30 años un proceso de elecciones en donde la paz social y la estabilidad política son la garantía y son la condición del México moderno.

Ese es el legado más importante de contar con un sólido modelo electoral, barroco, complejo, perfectible, como se le quiera ver, pero que nos ha dado autoridades electorales sólidas y confiables”.

Afirmó que los conflictos poselectorales, violentos, sangrientos que se armaban después de la jornada electoral, han descendido. Ahora se judicializan, llegan al Tribunal Electoral del Poder Judicial y se resuelven conforme a derecho.

Padrón electoral se duplicó

En el anecdotario del desarrollo político-electoral de México están documentadas informaciones publicadas en Excélsior sobre esas disputas poselectorales.

El 10 de agosto de 1989 estalló la violencia en Oaxaca: tuvieron que intervenir hasta efectivos del Ejército mexicano; entonces fueron bloqueadas 16 carreteras y cinco marchas desquiciaron la Ciudad de México.

Flores Vargas señaló que, de 1990 a la fecha, México ha consolidado autoridades electorales reconocidas internacionalmente, en buena medida, por lo complejo y barroco de un sistema electoral que funciona de forma cierta, legal y objetiva.

Como una prueba de lo hecho por el IFE-INE, refiere que entre 1994 y 2018 la autoridad electoral logró construir una lista nominal que tenía 47 millones de ciudadanos a casi 90 millones; ha pasado de instalar 96 mil casillas a casi 157 mil; ha involucrado a más de un millón de ciudadanos en todo el entramado, cuidado y vigilancia electoral, y en la variable de la participación ciudadana ha pasado de 35 millones de votantes en 1994 a 56 millones en 2018, en el proceso electoral que ganó el presidente Andrés Manuel López Obrador.

En este contexto se inscribe la afirmación que hizo Carlos Flores sobre el llamado plan B de la reforma electoral que se impulsa desde Morena, y que en el transcurso de esta semana —según el senador Ricardo Monreal— será aprobado en el Senado y que el próximo domingo será motivo de una concentración en el Zócalo de la Ciudad de México, además de 62 ciudades del país, en demanda de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación dé curso a todas las controversias constitucionales que hay en contra de este plan B.

En riesgo, profesionales electorales

La cosa más grave del plan B es que dinamita la estructura operativa de la autoridad electoral; tardamos muchos años en preparar a los profesionales electorales.

En México hay pocas instituciones del Estado que tienen como garantía la profesionalización de su personal, acaso el Inegi, el Banco de México, el Servicio Exterior mexicano, con sus representaciones diplomáticas, pero destacadamente el INE cuenta con este cuadro de profesionales. No hay un lugar donde los funcionarios electorales no puedan instalar una casilla, esta es una virtud cardinal del sistema electoral porque hay narcotráfico, crimen organizado, incluso un control político de estos grupos criminales y el INE es capaz de llegar al último rincón del país, a la sierra más lejana, gracias a ese cuerpo de profesionales, porque conocen el territorio, las zonas, la forma política social y esos es indiscutible”.

Señaló que “destazar al árbitro electoral de ese cuerpo de profesionales nos va a llevar a un riego de nulidad de elecciones, que no se puedan instalar las casillas correspondientes, que no se pueda distribuir el material, que no se pueda registrar a los representantes de los partidos políticos, que se puedan sustituir un montón de funcionarios electorales el día de la elección, no va a llevar a un riesgo que está planteado con cápsulas muy venenosas en ese plan B; ahí está el mayor de los riesgos de ese plan B, porque está redactado con mucho rencor, para minar, destazar los atributos y la estructura ejecutiva del servicio profesional electoral, aunque hay muchos más funcionarios, pero ahí descansa la fuerza del arbitraje electoral”.

A pregunta expresa sobre dónde está lo complejo y barroco del sistema electoral, Carlos Flores Vargas dijo que “nuestro sistema electoral tiene como característica que parte de la desconfianza; no creíamos que éramos capaces de generar un voto confiable; venimos de una historia de fraudes electorales y eso ha hecho que nuestro sistema cuente con una cantidad brutal de candados que generan confianza entre la ciudadanía, si uno mira su credencial para votar o la boleta electoral que le entregan en la mesa, verá que tienen no menos de 18, 20 características de seguridad.

Ningún país tiene eso, y eso lo hace muy complejo porque hay que trabajar para que esos instrumentos con tantos candados y que hacen compleja la operación de la elección, cuánta gente participa en la supervisión, en que vayan los funcionarios de las mesas directivas de las casillas, que los partidos atestigüen el proceso de la jornada comicial, que haya observadores electorales.

A eso me refiero con lo complejo del sistema, que podría ser más sencillo, sin duda alguna, pero es producto de la desconfianza; incluso el Ejército cuidando los paquetes electorales, los funcionarios electorales los tiene que entregar la noche de la elección para que no se pierda uno solo”.

Nueva generación política

Como parte del proceso de evolución que ha tenido México en el tema electoral, que comenzó con la reforma política de 1977, cuando Jesús Reyes Heroles era secretario de Gobernación, Carlos Flores comentó que a partir de 1988, cuando se registró en México la elección más competida y donde el PRI se quedó con la presidencia, la transición política posibilitó el surgimiento de una nueva generación de partidos políticos: de la Revolución Democrática (1988); del Trabajo (1990) y Verde Ecologista de México (1991); Alianza Social, Sociedad Nacionalista, Centro Democrático, Democracia Social y Convergencia (1999); Fuerza Ciudadana (2002); México Posible (2003); Nueva Alianza y Alternativa Social Demócrata y Campesina (2005); Movimiento Ciudadano (2011), y Encuentro Social y Movimiento Regeneración Nacional (2014).

De acuerdo con Flores Vargas, a partir de 1990 quince fuerzas políticas han participado en cinco elecciones presidenciales y centenares de comicios locales, lo que significa un mosaico plural de oferta ideológica y programática, donde, dijo, lo más relevante es la alternancia política como una realidad en el marco de una transición política, que quedó marcada en 1997, cuando la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión dejó de contar con una mayoría absoluta por primera vez (la del PRI) y la Ciudad de México, sede de los poderes, vivió su primera alternancia con el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, del PRD.

Además de los puntos expuestos por Carlos Flores sobre lo que ha significado para México la operación del IFE-INE, mencionó la paridad de género que existe en el proceso electoral; las alternancias a nivel federal, estatal y en los congresos de la Unión y de los estados.

El saldo en democracia, alternancia…

En los últimos 33 años, once elecciones federales han sido organizadas por un mismo organismo electoral autónomo.

Además se han registrado 15 partidos políticos nuevos.

Entre 1989 y 2018 se han registrado 60 alternancias de ejecutivos locales: tres en 1988-1994; 12, entre 1994 y 2000; ocho, entre 2000 y 2006; 16, entre 2006 y 2012, y 21, entre 2013 y 2018.

Hasta el momento, sólo Coahuila y el Estado de México no han experimentado una alternancia en el Ejecutivo local. En cuanto a reformas político-electorales, se han experimentado cuatro en 1990, 1996, 2007 y 2014.

En cuestión de género, entre 1989 y 2018 hubo cuatro candidatas presidenciales: Cecilia Soto y Marcela Lombardo en 1994; Patricia Mercado, en 2006, y Josefina Vázquez Mota, en 2012.

Del nacimiento de internet, en 1990, hasta el año 2018, las campañas políticas se transformaron profundamente gracias a las redes sociales que hoy facilitan la oportunidad de “informar, opinar, compartir y transmitir mensajes sobre los asuntos públicos desde dispositivos electrónicos”.

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