Las compras navideñas son distintas para las madres y padres de hoy, en comparación con las que se hacían décadas atrás. Hoy es de lo más usual que los pequeños del hogar busquen entretenimiento en medios digitales, ya sea en una consola de videojuegos, en la computadora que hay en casa o en los dispositivos móviles de sus familiares.
Incluso los adultos ya eligen entre los juegos que es posible llevar a todos lados, gracias al celular. Pero quienes hoy compran juguetes para los pequeños del hogar recuerdan que en la década de los setenta la primera opción aún eran los juguetes, que sí se modernizaban, pero estaban muy lejos de ser una aplicación móvil o un juego descargable por internet.
Ya fuera tecnología o moda, en los setentas los juguetes eran un claro reflejo de las tendencias en la esfera de los adultos. Colección Carlos Villasana.
Para hablar del tema de esos juguetes que estuvieron de moda hace unos cincuenta años, Mochilazo en el Tiempo entrevistó a Vanesa de la Rosa, experta en publicidad y creadora de contenido que conoce a detalle buena parte de los juguetes que dominaron el mercado por entonces.
La época de cambios se veía en el mercado
Cuando le preguntamos su opinión acerca de aquellos tiempos, en general, nos dice que “los setenta fue una época de transición entre el cambio de ideologías, de movimientos sociales, de replanteamiento de conductas”.
Continúa y explica que “la guerra de Vietnam, la llegada a la luna y la conservación de las ‘buenas costumbres’ en medio de tantos cambios, era algo que estaba ya en la mesa, en las conversaciones familiares”.
“Aunque no lo creamos gran parte de esto se vio reflejado en los juguetes; en aquellos objetos que permitían que las infancias se entretuvieran y que al mismo tiempo reflejaban casi de forma intrínseca y sin planearlo la evolución de la sociedad de aquellos tiempos”, sentencia nuestra entrevistada.
Tras la llegada de la misión espacial estadounidense a la Luna, comenzó la oleada de juguetes temáticos inspirados en los viajes espaciales. Colección Carlos Villasana.
En opinión de Vanesa, los juguetes de aquellos ayeres marcaban la dualidad perfecta entre lo contemporáneo de la época y lo antiguo que muchos se rehusaban a dejar ir.
De esto último, dice que un ejemplo era sin lugar a dudas el establecimiento de los roles de género a través de los juguetes, pues era muy usual ver en las secciones de los cientos de catálogos en donde se ofertaba el entretenimiento la clasificación de niñas, niños y mixtos, apegados a las costumbres del momento.
Vehículos, viajes espaciales y figuras de acción
Le preguntamos a Vanesa cómo eran los juguetes para niño, y de inmediato los describe como “muy definidos, casi siempre se ofertaban las pistas de carros con todos los accesorios incluidos, naves espaciales, aviones de distintos colores y modelos”.
Tener los últimos modelos de automóviles en miniatura no era suficiente diversión, por lo que surgieron pistas que eran más que circuitos de carreras, gracias a sus subidas, bajadas y vueltas mortales. Colección Carlos Villasana.
Agrega que también estaba la variante de los automóviles y motocicletas eléctricas de tamaño real que cada vez se volvían más detalladas para poder usarlas al aire libre y además de ello poder sentirse todo un policía o corredor de la Fórmula 1: “se vendían hasta cascos que te permitían tener la experiencia completa de para ser todo un piloto de carreras”.
Si un niño era fanático del automovilismo, la cereza del pastel era tener también un casco de piloto de carreras. Colección Carlos Villasana.
Aunque todo parecía ser más de lo mismo, comenta, la realidad es que los juguetes a la venta ofrecían más y mejores funciones conforme pasaban los años.
“Desde pistas cada vez más grandes y con mayor cantidad de accesorios, hasta versátiles pistolas que al presionarlas arrojaban carritos a grandes velocidades en cualquier tipo de superficie sin necesidad de tener una pista consigo”.
Por supuesto, Vanesa no olvida mencionar que también existían las figuras de acción, “como lo eran el hombre y el monstruo de plástico, que se basaba en ofertar literalmente un muñeco flexible que prometía ser estirado de una y mil formas y siempre volver a su estructura original”.
Desde propuestas simples como el “hombre elástico” hasta escenarios más complejos, como el de la “Guerra de las Galaxias”, las figuras de acción se posicionaron pronto entre los éxitos. Colección Carlos Villasana.
“Las de la saga ‘La Guerra de las Galaxias’ y otras más que nos narraban la vida en el espacio que en aquel tiempo eran el furor de grandes y chicos pues no solo brindaban entretenimiento, sino que además reflejaban las nuevas aspiraciones de la sociedad”.
Vanesa también explica que esas historias de aventuras espaciales reflejaban las nuevas aspiraciones de la sociedad y contaban ante el público por primera vez una historia fuera de este planeta.
Del mismo modo en que los “juguetes espaciales” reflejaban las aspiraciones de la sociedad, piezas como los triciclos con diseño de motocicleta parecían sugerir las aspiraciones infantiles. Colección Carlos Villasana.
Esto daba a entender a los espectadores cómo podía ser la vida al exterior de la Tierra, un cuestionamiento que no habría surgido antes sino hubiera sido por la llegada del hombre a la luna.
Y no podíamos dejar atrás la fiebre por el futbol, que desde aquellos años ya era una sensación entre chicos y grandes a través del futbolito portátil llamado “Futbol Chutagol” que no era convencional, sino que tenía a todos los jugadores sueltos para moverlos de tal forma que podías formar tu propia alineación.
El juego se volvía más caótico, pues siempre había de manos y brazos obstruyendo la vista para despistar al equipo a vencer. Este tipo de juegos de mesa permitía tener cascaritas entre amigos y familia sin la necesidad de salir a un patio amplio.
Que no te engañe la imagen publicitaria: un partido de “chutagol” era mucho más competitivo de lo que parece. Colección Carlos Villasana.
De la Rosa menciona además los paquetes de juguetes que ofrecían desarrollar algunos oficios, como lo era ser un mago profesional en el cual te ofertaban desde los accesorios, hasta detalladas instrucciones que con ingenio y práctica te permitían sorprender a la familia con los trucos de magia del momento.
En el mismo giro se llegó a ver una vaca que expulsaba leche y que además de enseñarte como ordeñar a las vacas, de manera discreta te invitaba a ser granjero por un día, o inclusive a considerarlo tu futura vocación.
Muñecas, bebés y casas
Vanesa considera que, en el caso de las niñas, el panorama era diferente, “podría decirse que hasta incluso un poco más diverso”. Recuerda que se podía ver desde muñecas y bebés que “te alimentaban el instinto maternal con solo tenerlas entre tus manos” y que además cada vez contaban con más funciones dignas de un pequeño ser humano, como lo era llorar, reír, comer, gatear, entre otras.
A veces el contraste entre juguetes para niños y niñas era tan grande como se ve en la imagen: un rifle y una bebé. Colección Carlos Villasana.
Añade que en algunos casos lo curioso de todas esas múltiples funciones era que, para que fueran posibles, los juguetes contaban con diferentes CDs que se colocaban al reverso del bebé en la parte de la espalda como si de una alcancía se tratara, y de acuerdo al que se colocara era el tipo de música o sonido que el muñeco tendría.
Como podemos imaginar, esto significaba que no solo se tenía que cuidar al bebé y los accesorios que contenía, sino que también se debía de considerar a los CDs que incluía, o al menos, “si no queríamos que nuestro bebé se quedará mudo”, como dice Vanesa.
Las icónicas barbies y muñecas como Evelinda y Marylinda o los Ángeles de Charlie (que eran unas de las primeras figuras de acción derivadas de una película, diseñadas para niñas) aparentaban tener una mayor edad que un bebe y también fueron protagonistas de la época, pues ayudaban a jugar a ser adultas y ponerse en los zapatos de los personajes.
Algunos detalles nunca cambian, y eso se ve en la ropa de las muñecas, pues en los setentas tanto como ahora sale a relucir el mundo “fashionista” del momento. Colección Carlos Villasana.
Gracias a ello, de acuerdo con Vanesa, era posible formar parte de las primeras historias de drama, desamor y cotidianidad de muchas infancias que seguramente imitaban el actuar de sus círculos cercanos o lo que oían hablar a sus padres.
Una de las ventajas comerciales de las muñecas es que permitían expresar la identidad, a través de la “accesorización” de los juguetes con prendas de las últimas tendencias en moda, bolsos únicos y hasta pelucas intercambiables que permitían que se diera un giro de 180 grados a las muñecas con un look completamente diferente en unos cuantos pasos.
Claro que lo importante al final del día era el cómo lo vivían cada quien, tal y como dice De la Rosa, “hasta podíamos tener una estética en casa con la aparición de muñecas a las cuales les podías pintar y cortar el pelo en donde proponías muy a tu manera las nuevas tendencias en el cabello, de la mano de tu muñeca”.
La piscina, la recámara, la sala de estar y hasta la bañera, eran complementos que no podían faltar para mejorar la experiencia del juego con muñecas, pues te hacían sentir la protagonista de una película. Colección Carlos Villasana.
“Quien quisiera ir más allá, podía adquirir muchas de las escenografías de la casa de Bárbara y Lili como la cocina, el baño, la estancia o la recámara, que no solo ayudaban a imitar la vida de las mujeres adultas, sino que además narraban algunas de las etapas más significativas para la vida de una persona como lo era casarse, tener una casa propia, criar hijos y llevar una vida propia, ya fuera independiente o en pareja”.
Y si de casa hablamos no podemos dejar de mencionar todos los juguetes de línea blanca, que según afirma nuestra entrevistada, “existían para poder imitar a nuestras mamás y las funciones que tenían en el hogar, como cocinas, hornitos, lavadoras, fregaderos, máquinas de coser, que realmente funcionaban”.
Productos que dejan recordar las costumbres de aquella época son los juguetes para niña cuya temática eran las labores domésticas. Colección Carlos Villasana.
Hace un paréntesis y dice que, aunque no siempre daban la posibilidad de preparar comida real por el riesgo que esto podría significar, “sí nos permitían vivir la experiencia de apretar los mismos botones y accesorios que contenía una estufa, licuadora y horno real para preparar la comida del hogar”.
Los juguetes para todos: música, aprendizaje y novedades
En el caso de los juguetes mixtos, Vanesa menciona la casita del árbol, el piano juguetón o los órganos de tamaño real para inculcar instrumentos musicales a la vida de los niños, o el “Melodi Tren”, que también contenía discos para musicalizar el trayecto del trenecito.
Con los detalles correctos, los más pequeños también podían disfrutar con pistas y sus vehículos. Colección Carlos Villasana.
El “Explora Mar”, la “Graficámara” o el trenecito de letras no solo se encargaban de entretener a los niños, dice, sino también de educarlos a través del juego con múltiples objetos didácticos que disfrazaban el conocimiento, el sentido de cuidado y la responsabilidad con objetos animados o escenarios armables para aprender diferentes oficios. También recuerda muñecos como Pepe Papa, que permitían que los infantes estuvieran a cargo de alguien más.
Porque a veces un sólo tipo de vehículo no bastaba para hacer realidad las aventuras que salían de la imaginación, el “Explora Mar” incluía también un helicóptero y una lancha. Colección Carlos Villasana.
Por supuesto, había objetos más modernos como lo era Merlín, “el mago electrónico” que a través de botones permitía jugar hasta seis juegos diferentes con un solo aparato, que tenía una extraña forma similar a un teléfono de veinte centímetros, pero muy innovadora y de un llamativo color rojo.
Sus seis juegos iban desde lo más sencillo, como “gato” (también llamado Ta Te Ti) o “Simón dice”, hasta modalidades más difíciles, aptas para los no tan jóvenes, como el “Cuadrado mágico” y “Número secreto”, en que la lógica, la memoria y los patrones numéricos o musicales daban la clave para ganarle a Merlín.
En el video se muestra uno de los juegos de “Merlín”, llamado Eco. Merlín mostraba una secuencia y tú debías repetirla sin errores; lo bueno era que siempre podías elegir la dificultad de la secuencia. Colección Carlos Villasana.
Según nos comenta Vanesa, fue el primer juguete que contenía un circuito similar al de las consolas y aunque consumía muchas pilas si tenía un uso continuo, marcó la antesala para que los futuros creadores de entretenimiento se perfilaran hacia lo que después serían los video juegos y las consolas.
Si hablamos de juguetes para asombrar a toda la familia podemos empezar con aquellas bestias monumentales de plástico con resbaladilla, “trepamonos” y arrancón incluido, en donde chicos y grandes jugaban y que permitían poder pasar un buen rato al exterior.
Para divertirse en interiores, señala, estaban “estos pequeños artefactos que nos llevaban el cine a la casa como los famosos Telecuentos o Telecassete que a través de historietas te narraban diferentes cuentos de personajes, incluso aquellos de la televisión, sin necesidad de pilas o de electricidad”.
Cuando la televisión de casa siempre estaba en manos de los adultos, los más pequeños podían darse su propio rato de diversión con juguetes como el “Telecuentos”. Colección Carlos Villasana.
Asegura que esto no solo representaba una nueva forma de entretenimiento relacionada con la TV sin necesidad de tener un televisor como tal, sino que además daba hincapié a mandar un mensaje distinto a las infancias en cuanto al tipo de distracciones que se ofertaban en esos tiempos, pues incitaba que ellos se permitieran ir más allá de lo convencional ya fuera como espectadores de toda esta innovación o porque no, futuros creadores del mismo, a través del análisis de forma orgánica y natural a través del juego.
Por último, le preguntamos a Vanesa cuál cree que es la característica principal de los juguetes setenteros, y expresa que le “queda la sensación que existe una mezcla de nostalgia y tecnología”.
Bien podemos decir, opina, que había juguetes para todos los gustos, y aunque es verdad que su diseño estaba pensado en educar a las infancias bajo los estándares sociales del momento, también regalaron muy buenos ratos.
Algunos, dice, quizás eran muy simples, pero siempre tenían el ingenio necesario para que los niños pudieran echar a volar la imaginación y crearan miles de historias y escenarios para pasar horas y horas jugando.
A veces la mejor opción para ofertar nuevos juguetes era tan simple como acercar a la niñez actividades cotidianas como el cine, la cocina y la tecnología. Colección Carlos Villasana.
Al mismo tiempo, considera que esos juguetes sin querer nos narraron a las actuales generaciones cómo era el pensar de ese momento, ya que nos permiten conocer las aspiraciones de una sociedad que no pudo llegar a ver del todo lo que hoy somos y seremos en unos años más.
Sin lugar a dudas, los juguetes nos narran mucho del actuar de una sociedad y el papel idóneo que cada quien debería de tomar, nos permiten conectar con otras generaciones a través de la anécdota, la innovación y el asombro por lo diferente y aunque nos sea imposible creerlo también nos permiten marcar un antes y un después en la industria del entretenimiento pues el ingenio de uno puede ser usado para reinventar los juguetes de otros.
Así como en las familias, las generaciones que anteceden a los juguetes que conocemos hoy en día son las responsables del tipo de entretenimiento que hoy tenemos, quizás un poco más moderno y hasta inclusive un poco más versátil, pero con la misma esencia y estructura intrínseca de aquellos ayeres.