La visita que realizó a Washington el lunes 6 de enero el candidato opositor venezolano Edmundo González Urrutia, a quien Estados Unidos reconoce como presidente electo de Venezuela, incluyó un inesperado encuentro con un halcón de línea dura que será el consejero de seguridad nacional de Donald Trump una vez que éste asuma como mandatario: el exboina verde y congresista republicano Mike Waltz.
González Urrutia fue recibido por el presidente Joe Biden en la Casa Blanca, pero ninguna de sus reuniones en Washington fue tan significativa como la que sostuvo con Waltz, quien será una pieza fundamental en la política que implementará Trump frente a Venezuela a partir del próximo 20 de enero, cuando el republicano tomará posesión como nuevo presidente de Estados Unidos.
Aunque son muy pocos los que esperan que Trump apueste por una invasión militar a Venezuela, Waltz, un excomando de las fuerzas especiales del Ejército estadunidense que combatió en Afganistán, el Medio Oriente y África, es partidario de un endurecimiento de la política de la Casa Blanca frente a Maduro.
Para el politólogo venezolano Víctor Manuel Mijares, una de las contradicciones que tendrán que resolver Trump y sus “halcones neoconservadores”, entre ellos Waltz, es qué priorizan frente a Maduro: el tema migratorio, lo que supondría algún tipo de acuerdo para que el chavista acepte recibir a los miles de deportados por la administración republicana, o el profundo antichavismo que los caracteriza.
Waltz ha sido partidario de mantener y ampliar las sanciones contra el régimen de Maduro, a quien considera un gobernante ilegítimo, autoritario, represor y aliado a los cárteles de la droga.
Maduro “se ha burlado e ignorado la voluntad electoral del pueblo venezolano”, dijo en noviembre pasado, al respaldar en la Cámara de Representantes la Ley Bolívar, la cual sanciona a cualquier empresa o persona que tengan lazos comerciales con el gobierno chavista.
Una contradicción por resolverse
Mijares, quien es coordinador de los programas de doctorado en Ciencias Políticas y maestría en Estudios Internacionales de la universidad colombiana de los Andes, señala que Trump “nos ha estado diciendo que él viene a negociar, aunque sea con el diablo, y que lo que le importa a él son los intereses de Estados Unidos y no involucrarse en guerras o en conflictos ajenos e innecesarios”.
Pero, al mismo tiempo, sus “halcones” son profundamente antichavistas y llevan muchos años pidiendo mano dura contra el régimen de Maduro. No sólo Waltz, sino también el secretario de Estado designado, Marco Rubio.
“Lo que tenemos que ver a partir del 20 de enero (fecha en que Trump asumirá por segunda vez como presidente de Estados Unidos) es cómo se comportan estos ‘halcones’ frente a temas como Venezuela”, dice Mijares a Proceso.
Otro “halcón” es el influyente senador republicano Rick Scott, quien promueve una iniciativa de ley denominada “Stop Maduro”, la cual eleva la recompensa que ofrece el gobierno de Estados Unidos por ayudar a capturar al jefe del chavismo de los actuales 15 millones de dólares a 100 millones de dólares.
Según Scott, Trump “va a trabajar para deshacerse de Maduro”.
El sociólogo venezolano Ignacio Ávalos considera que esa recompensa “es un poderoso incentivo” para que mandos medios de las Fuerzas Armadas, como coroneles, mayores, capitanes y tenientes, se arriesguen a intentar una asonada para derrocar al régimen.
Pero Mijares, un doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Hamburgo, señala que en Venezuela, la capacidad de sostener al régimen ya no descansa sobre las Fuerzas Armadas, porque los militares “están controlados” por organismos de inteligencia y contrainteligencia dirigidos por civiles o por altos oficiales que responden directamente a Maduro.
“Es un modelo de seguridad calcado del modelo cubano”, asegura.
¿Durmiendo con el enemigo?
El candidato opositor Edmundo González Urrutia, cuyo triunfo electoral frente a Maduro está demostrado por las actas electorales recopiladas por sus representantes de casillas y centralizadas en la base independiente resultadosconvzla.com, ha dicho que ingresará a Venezuela este viernes 10 para tomar posesión como presidente.
La líder opositora María Corina Machado, quien se encuentra en la clandestinidad en su país, convocó a movilizaciones a partir de este jueves 9.
Para el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Benigno Alarcón, la etapa que se inaugurará este 10 de enero estará marcada por una combinación de acciones internas y externas “que tratarán, justamente, de desplazar al gobierno, complicarle la gobernabilidad y hacer que Maduro salga”.
Y la postura de Maduro, señala el abogado de la UCAB y maestro en Políticas Públicas de la Universidad de Maryland, será la misma de siempre: gobernar “por las buenas o por las malas”.
“El problema es que eso no depende exclusivamente de lo que el gobierno esté dispuesto a hacer, sino que también depende de lo que el aparato represivo (la Fuerza Armada, la Guardia Nacional y la policía) esté dispuesto a hacer, porque, en algún momento, el aparato represivo puede dejar de acompañar al régimen”, sostiene Alarcón.
Y pone como ejemplo el caso de las fuerzas de seguridad sirias, que de pronto dejaron de acompañar al régimen de Bashar al-Assad y éste cayó en cuestión de días frente a los grupos rebeldes. El pasado 8 de diciembre, el depuesto dictador tuvo que huir a Moscú en un avión ruso.
El profesor Víctor Manuel Mijares señala que Maduro toma tan en serio la posibilidad de que surjan intentonas golpistas en su contra, que con asesoría cubana e iraní ha construido un cordón de seguridad apuntalado en el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y, principalmente, la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), que se encarga de espiar a propios militares, a los funcionarios chavistas y los principales dirigentes opositores.
La DGCIM está a cargo del general Javier Marcano Tábata, comandante general de la Guardia de Honor Presidencial y hombre de toda la confianza de Maduro y de su esposa Cilia Flores.
Un dato que ilustra sobre el grado de paranoia del gobernante chavista es que, según datos del Foro Penal Venezolano con corte al pasado 30 de diciembre, entre los presos políticos del país figuran 162 militares.
¿Diplomacia o acciones encubiertas?
Como exboina verde, el designado consejero de Seguridad Nacional de Trump, Mike Waltz, cree en la efectividad de las acciones encubiertas “para conseguir objetivos” y ha dicho que cada misión que le encomendaban como militar de las fuerzas especiales “era una lección de política exterior”.
Luego de reunirse con Waltz el pasado lunes, González Urrutia dijo en su cuenta de X que conversó “largamente” sobre varios temas con él, entre ellos sobre la protesta cívica convocada por la oposición para este jueves 9 en todo Venezuela.
“Nos garantizó que Estados Unidos, y el mundo, estarán alerta sobre lo que suceda en nuestro país”, señaló.
Un día antes, González Urrutia había enviado un mensaje a los militares venezolanos, a quienes llamó a “poner fin a una cúpula que ha desvirtuado los principios fundamentales y morales de nuestras Fuerzas Armadas”.
Fue llamativo que el candidato opositor no se haya reunido en Washington con quien manejará para Trump la política exterior, el legislador cubanoamericano Marco Rubio, quien será el secretario de Estado, y en cambio lo haya hecho con Waltz.
El profesor Víctor Manuel Mijares indica que Rubio ha hecho una carrera política exitosa desde la Florida, con un discurso anticastrista y, en los últimos años, también antichavista.
El 31 de julio último, tres días después de las elecciones presidenciales en Venezuela, Rubio llamó a los militares venezolanos a no reprimir al pueblo y a dar la espalda a Maduro, a quien acusó de “robar” las elecciones.
El sociólogo Ignacio Ávalos anticipa que, con Trump en la Casa Blanca y Rubio en el Departamento de Estado, Washington, al menos, reforzará las sanciones económicas contra el gobierno venezolano, lo que limitaría aún más las posibilidades de una recuperación del Producto Interno Bruto (PIB), que perdió el 71% de su valor entre 2013 y 2021.
La presidenta de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA, por sus siglas en inglés), Carolina Jiménez, señala que Rubio va a implementar una “política de máxima presión” contra el gobierno Maduro.
“Lo ha dicho muy claramente: hay que castigar al gobierno de Maduro, hay que mostrar fuerza en nuestra política, etcétera, pero en la Casa Blanca Trump tendrá sus asesores y ellos tienen un proyecto muy claro en cuanto a la migración, que es realizar deportaciones masivas, y para esto se necesita la cooperación con los países de origen de estos migrantes”, asegura.
La maestra en Relaciones Internacionales en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, y doctora en Estudios Internacionales de la Universidad de Waseda, Japón, señala que, en ese sentido, no hay que descartar algún acuerdo entre Washington y Caracas en materia migratoria y hasta la renovación de la licencia a la petrolera estadounidense Chevron para explotar crudo venezolano.
Trump es un empresario muy cercano al lobby petrolero. Y, también, es un político que recuerda que hace seis años, cuando cumplía su primer mandato, falló en su propósito de sacar a Maduro del poder.