La producción de hidrógeno verde o de bajas emisiones pasará de menos de un millón de toneladas en 2021 a entre 16 y 24 millones en 2030 si los proyectos en trámite se concretan, según la Agencia Internacional de la Energía, que cree que la cifra podría ser muy superior si se cumplen los compromisos climáticos.
En un informe dedicado al desarrollo del sector del hidrógeno en el mundo publicado este jueves, la AIE explica que la demanda global en 2021 alcanzó los 94 millones de toneladas, por encima del anterior récord de 91 millones en 2019.
Pero el llamado hidrógeno de bajas emisiones representó menos de un millón de toneladas y además casi todo fue generado en plantas que queman combustibles fósiles y que luego capturan las emisiones de carbono para almacenarlo o utilizarlo. Es decir, que el recurso a energías renovables fue mínimo.
Con las políticas que se aplican ahora, la producción total pasará a 115 millones de toneladas en 2030 y el hidrógeno de baja emisiones podría suponer como mucho un 20%.
Pero la agencia estima que si los gobiernos cumplen plenamente sus compromisos climáticos, esa cifra podría subir hasta 130 millones, y el porcentaje de baja emisiones superaría el 25%.
Los autores del informe creen que en ese horizonte el llamado hidrógeno verde podría ser competitivo con el “gris”, que utiliza combustibles fósiles, en las regiones que cuenta con buenos recursos en energías renovables.
Eso necesitaría completar los proyectos en curso de electrolizadores, los dispositivos necesarios para producir hidrógeno a partir de energías renovables. Así se pasaría de los 0.5 gigavatios de capacidad instalada en 2021 a 290 gigavatios en 2030.
La capacidad mundial de fabricación de electrolizadores es de 8 gigavatios anuales, pero de acuerdo con los anuncios de la industria, se podrían superar los 60 gigavatios anuales para 2030.
El hidrógeno de bajas emisiones se multiplicará entre 16 y 24 veces para 2030
Si se completaran los proyectos de electrolizadores programados y se cumpliera ese aumento de las capacidades de fabricación, los costos podrían reducirse en un 70% para comienzos de la próxima década respecto a los actuales.
La AIE insiste en que para que el hidrógeno de bajas emisiones deje de tener el papel marginal que desempeña ahora hace falta “un mayor apoyo político”.
A su parecer, el hidrógeno y los combustibles derivados pueden contribuir tanto a las ambiciones climáticas como a la seguridad energética “si se producen de forma limpia y de utilizan de forma inteligente en sectores como la industria pesada y el transporte de larga distancia donde pueden reducir las emisiones y sustituir a los combustibles fósiles”.
Su director general, Fatih Birol, aseguró que “cada vez hay más indicios de que el hidrógeno será un elemento importante de la transición hacia un sistema energético asequible, seguro y limpio, pero todavía se necesitan grandes avances en la tecnología, la regulación y la demanda para desarrollar todo su potencial”.
“Los gobiernos -añadió Birol- tienen que aplicar ahora políticas concretas para eliminar las barreras normativas y apoyar los proyectos listos para ser ejecutados”.