Por primera vez en su historia, la Suprema Corte de Estados Unidos tendrá a una jueza afroamericana.
El Senado de ese país confirmó ayer a Ketanji Brown Jackson con 53 votos contra 47 como una de los nueve jueces, con lo que los hombres blancos dejarán de ser mayoría en el máximo tribunal por primera vez en 233 años.
Este hito debería haber ocurrido hace generaciones. Pero Estados Unidos hoy está dando un paso gigantesco para hacer que nuestra unión sea más perfecta”, afirmó el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer.
EL CASO QUE LA MARCÓ
La jurista 51 años cuenta con amplia experiencia profesional en el sistema penal.
La abogada defendió durante dos años a los acusados como abogada de oficio en Washington.
Le impactó su desconocimiento de la ley y en cuanto fue jueza se esmeró en explicar sus decisiones a los condenados.
Y las consecuencias del sistema judicial las conoce de cerca: uno de sus tíos fue condenado a cadena perpetua en 1989 en virtud de una ley muy represiva que automáticamente imponía cadena perpetua tras tres delitos contra las leyes de estupefacientes.
Esta experiencia familiar le hizo tomar conciencia del impacto de la ley en la vida de las personas”, contó al periódico The Washington Post un amigo suyo que pidió el anonimato.
Estudió en la Universidad de Harvard, en la que se graduó con notas de excelencia.
Trabajó como asistente del juez progresista de la Corte Suprema Stephen Breyer, a quien ahora reemplazará.
El presidente Biden presenció junto a Jackson la sesión del Senado.
“LOS PRESIDENTES NO SON REYES”
En 2013 el presidente Barack Obama la nombró jueza federal en Washington.
Está casada con un cirujano, con quien tiene dos hijas, y es pariente política del expresidente republicano de la Cámara de Representantes Paul Ryan, quien alaba su “inteligencia, personalidad e integridad”.
Durante ocho años tomó decenas de decisiones y confrontó a políticos.
Contradijo, por ejemplo, a Donald Trump, quien intentaba impedir que el Congreso convocara a uno de sus asesores.
La principal enseñanza de 250 años de historia estadunidense es que los presidentes no son reyes”, afirmó entonces.
Al llegar la Casa Blanca, Joe Biden la nombró miembro de la Corte Federal de Apelaciones de Washington, considerada un trampolín para la Corte Suprema.
A una pregunta de un senador, la jueza juró que siempre dejaba de lado “sus opiniones personales y cualquier otra consideración inapropiada”.
Quizá tenga una experiencia de vida diferente de la de mis colegas. Y espero que pueda ser interesante”, afirmó.