En julio de 2020, la bandera monumental de 100 metros de altura izada en el asta de San Jerónimo Lídice, en la Ciudad de México, se desgarró a consecuencia de los fuertes vientos y lluvias propias de la temporada.
Laura Fuentes, vecina de Jardines del Pedregal, narró a Forbes México la impresión que le generó ver, ese día, tras una precipitación intermitente, la bandera fracturada.
“Pensé que en cualquier momento perdería toda su estructura, los fuertes vientos de aquella ocasión lo hubieran propiciado, pero aguantó por unas horas hasta que fue retirada”, explicó.
En todo el país, hay pocas astas banderas que miden más de 100 metros de altura, una está en Monterrey, Nuevo León, otra más en Iguala, Guerrero, cuna de la Independencia nacional, y en la Ciudad de México conviven tres, la que se ubica en el Campo Militar Marte No.1, en Polanco; en el Zócalo capitalino y en San Jerónimo Lídice.
“A unos días que se desgarró, se pudo observar el izamiento de la bandera reparada o nueva, pero ondeando altiva”, señaló Fuentes.
Lo cierto es que el lábaro patrio de unos 230 kilos de peso que ondeó con el centro desgarrado, en la parte de color blanco —el de la unión de todos los mexicanos— fue enviado a la Dirección de Fabricas de Vestuario y Equipos (Fave) de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en la alcaldía Iztapalapa, para ser sometido a un dictamen técnico de idoniedad.
Y aunque los materiales empleados para su elaboración son los más resistentes del mercado, naylon ristop, un tejido antidesgarres que incorpora hilos más gruesos a su entramado para garantizar su alta resistencia, los vientos veraniegos en el sur de la capital de la República han puesto varias veces a prueba el aguante de las bandera nacionales.
“Aquí le damos mantenimiento a esa bandera y otras monumentales que por estar sometidas al exterior sufren alteraciones en su estructura, procurando que una vez reparadas o sustituidas alcancen una vida útil óptima pese al clima”, señala el general encargado de la producción.
En este lugar, donde laboran alrededor de 20 efectivos militares especializados en corte, costura, confección y pintura sobre lienzo, se elaboran más de mil 100 banderas mexicanas que son utilizadas por oficinas y campos de dependencias de las Fuerzas Armadas.
Y aunque su producción esta pensada para todo el año, son los días 24 de febrero, Día de la Bandera, y 16 de septiembre, Día de la Independencia de México, los que más representan un reto para los militares encargados de que cada escolta de unidad, dependencia o asta ondeen el emblema nacional.
Tan sólo para este jueves, cuando se cumplen 85 años de la instauración de la conmemoración por parte del presidente Lázaro Cárdenas del Río, la fábrica de banderas nacionales del Ejército tiene que elaborar 76 nuevas insignias para unidades que serán abanderadas; 25 más serán para escritorios.
“Todo el año hay que cumplir con el programa de producción, pero el 24 y 16 de septiembre es donde hay más demanda de banderas.
Del millar de banderas programadas para ser confeccionadas durante el año, 58 lábaros patrios son para astas monumentales. De acuerdo con información proporcionada por la Defensa Nacional a Forbes México, la elaboración de este tipo de insignias puede alcanzar un costo de hasta 200 mil pesos.
Las que están hechas para astas más pequeñas, de hasta 50 metros, y que requieren una bandera de 25 metros de largo por 14 de ancho, pueden alcanzar un costo de hasta 56 mil pesos.
Con honor y gallardía por la encomienda, cada semana dos mujeres militares se despojan de sus botas, se cubren los pies con una tela especial y atraviesan el lienzo de lo que será una bandera monumental de 50 metros de largo por 28 metros de ancho.
“Ellas y otros efectivos se han especializado tanto en el color, en el trazo que se garantiza que la expresión del escudo nacional tenga personalidad y se adapte a las normativas constitucionales”, señaló el mando.
La meta es que su durabilidad alcance del año y medio a los dos estando en exteriores.
Dado que sus dimensiones son mayores, no se utiliza serigrafía para estampar el escudo nacional mexicano, considerado uno de los más bellos del mundo cuando se combina con los colores rojo, blanco y verde.
Cada semana y dedicando 16 horas de su servicio, las mujeres militares trazan y dan vida con sus manos a la profecía de Huitzilopochtli que ordenó a los mexicas fundar su ciudad, Tenochtitlan, donde encontraran a un águila posada sobre un nopal.
Para pintar el escudo nacional, los militares utilizan pintura textil base agua. El águila real que esta en posición de ataque y posada sobre el nopal coronada por una planta de laurel y una planta encino, requiere 11 colores base y cinco más para generar matices.
Para confeccionar una bandera monumental para un asta de hasta 100 metros, la fábrica de confección C emplea 20 días. Una vez concluida, es sometida a pruebas en laboratorios para garantizar su resistencia.
“Ya cuando se somete a ese dictamen técnico, se analizan más detalles y se determina su idoneidad y si resulta que ya no es favorable su utilización se informa sobre su baja y su incineración”, detalló el general a cargo de la fábrica de confección C a Forbes México.